sábado, 14 de julio de 2007

SONRÍA, LO ESTAMOS FILMANDO (ES POR SU SEGURIDAD)


Ah bueno!!! La Voz del Interior nos informa lo siguiente:
"Un equipo de especialistas en informática alemanes del Fraunhofer Institute for Integrated Circuits (IIS) ha desarrollando un programa capaz de reconocer el estado de ánimo de las personas. Gracias a las imágenes obtenidas por una cámara de video, el software analiza los cambios producidos en ciertas partes del rostro para reconocer el estado anímico del usuario en tiempo real."

La pregunta es: ¿también podrá hacernos algunas caricias? Si gusta un demo los muchachos lo facilitan por 60 días.

Increíble señores!!! Si estaba faltando algo era que la compu, además de cumplir casi todas las funciones que se nos ocurran, también pueda saber si le estamos poniendo cara de or...!!!

Como avanza la zencia, que lo parió!!!

Solo para incorporar un elemento de discusión, y aunque resulte extenso (no tiene desperdicio) arrimamos unas líneas de Gilles Deleuze acerca de las sociedades de control, por si se pareciera en algo:



"Es fácil hacer corresponder a cada sociedad distintos tipos de máquinas, no porque las máquinas sean determinantes sino porque expresan las formas sociales capaces de crearlas y utilizarlas. Las viejas sociedades de soberanía manejaban máquinas simples, palancas, poleas, relojes; pero las sociedades disciplinarias recientes se equipaban con máquinas energéticas, con el peligro pasivo de la entropía y el peligro activo del sabotaje; las sociedades de control operan sobre máquinas de tercer tipo, máquinas informáticas y ordenadores cuyo peligro pasivo es el ruido y el activo la piratería o la introducción de virus. Es una evolución tecnológica pero, más profundamente aún, una mutación del capitalismo. Una mutación ya bien conocida, que puede resumirse así: el capitalismo del siglo XIX es de concentración, para la producción, y de propiedad. Erige pues la fábrica en lugar de encierro, siendo el capitalista el dueño de los medios de producción, pero también eventualmente propietario de otros lugares concebidos por analogía (la casa familiar del obrero, la escuela). En cuanto al mercado, es conquistado ya por especialización, ya por colonización, ya por baja de los costos de producción. Pero, en la situación actual, el capitalismo ya no se basa en la producción, que relega frecuentemente a la periferia del tercer mundo, incluso bajo las formas complejas del textil, la metalurgia o el petróleo. Es un capitalismo de superproducción. Ya no compra materias primas y vende productos terminados: compra productos terminados o monta piezas. Lo que quiere vender son servicios, y lo que quiere comprar son acciones. Ya no es un capitalismo para la producción, sino para el producto, es decir para la venta y para el mercado. Así, es esencialmente dispersivo, y la fábrica ha cedido su lugar a la empresa. La familia, la escuela, el ejército, la fábrica ya no son lugares analógicos distintos que convergen hacia un propietario, Estado o potencia privada, sino las figuras cifradas, deformables y transformables, de una misma empresa que sólo tiene administradores. Incluso el arte ha abandonado los lugares cerrados para entrar en los circuitos abiertos de la banca. Las conquistas de mercado se hacen por temas de control y no ya por formación de disciplina, por fijación de cotizaciones más aún que por baja de costos, por transformación del producto más que por especialización de producción. El servicio de venta se ha convertido en el centro o el “alma” de la empresa. Se nos enseña que las empresas tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica del mundo. El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalismo ha guardado como constante la extrema miseria de tres cuartas partes de la humanidad: demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino también con las explosiones de villas-miseria y guetos."

Gilles Deleuze: “Posdata a las sociedades de control”, en Christian Ferrer (comp.), “El lenguaje literario”, Tomo 2, Ed. Nordam, Montevideo, 1991.

El subrayado es de Mendieta.

No hay comentarios: